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Mis historias en primera persona

UNA PIJA GORDA

 

HISTORIAS EN PRIMERA PERSONA
GLORIA PARQUE

(Incluye imágenes candentes del encuentro)

Ansiosa por sumergirme en el seductor universo del cine para adultos, me aventuré a un evento en El Sótano, un mítico club swinger de Buenos Aires, donde se reunían las estrellas del último rodaje del legendario director Víctor Maytland. Me presenté como una ferviente admiradora del género, deslizándome entre la multitud con una curiosidad insaciable, ansiosa por descubrir los secretos de ese mundo cargado de deseo.

Allí conocí a Lorena, una rubia explosiva que destilaba confianza y magnetismo. Era el alma de la fiesta, moviéndose con una sensualidad que atrapaba todas las miradas. Prometo contarles más tarde los detalles de esa noche en El Sótano, pero hoy quiero llevarlos al calor de lo que vino después, cuando mi conexión con Lorena se transformó en una amistad íntima y llena de complicidad. Además de brillar en el cine porno, Lorena era escort, y su vida parecía un torbellino de placer y aventuras. Intrigada, la invité a mi departamento para conocernos más a fondo, deseosa de absorber sus secretos y consejos.

Entre copas de vino y risas, le confesé mis fantasías más ocultas: protagonizar películas XXX, explorar el mundo de las escorts y dejarme llevar por encuentros salvajes. Lorena, con una sonrisa pícara, compartió detalles de su vida: las emociones intensas de grabar con Víctor, los trucos para conquistar clientes y el placer de vivir sin límites. Pronto descubrimos que nuestras pasiones se entrelazaban perfectamente, y decidimos lanzarnos juntas a la aventura, ofreciendo tríos que prometían noches inolvidables.

Así llegó Beto, un habitué de los foros de escorts, autoproclamado “gato viejo” y fanático de los tríos. De estatura media, con una pancita que delataba su gusto por la buena vida, unos cuarenta y tantos años y una timidez que contrastaba con su deseo ardiente, entró a mi departamento donde lo esperábamos en lencería fina, nuestras curvas apenas cubiertas por encaje negro. Con un guiño, le pedí permiso para filmar el encuentro, y él, con una mezcla de nervios y entusiasmo, aceptó sin dudar. Lorena tomó la cámara, dejándome el honor de encender la chispa de la noche.

Desnudos bajo la luz tenue, me arrodillé frente a Beto, mis labios rozando su piel mientras comenzaba a explorar su miembro con movimientos lentos y deliberados. Lorena, detrás de la cámara, me alentaba con comentarios subidos de tono, avivando el fuego. Con cada caricia, su pija crecía, volviéndose gruesa y desafiante, apenas cabiendo en mi boca. “¡Mirá cómo se pone, qué delicia!” murmuré, admirada por su tamaño. Beto se recostó en la cama, invitándonos a devorarlo. Juntas, Lorena y yo lo complacimos, nuestras lenguas danzando en un juego de placer, rozándonos con besos húmedos mientras él gemía bajo nuestro toque.

Lorena tomó la iniciativa, montándolo con una destreza que hablaba de su experiencia. Sus caderas se movían con un ritmo hipnótico, y yo, cámara en mano, capturaba cada instante, excitada por sus susurros provocadores y los gemidos de Beto. “Vení, probalo vos,” me dijo con una sonrisa traviesa, deslizándose a un lado para dejar al descubierto su erección, dura como el acero. Cambiamos el preservativo, y mientras yo volvía a trabajarlo con mi boca para avivar su fuego, Lorena grababa, sus palabras encendiendo aún más la escena.

Cuando me subí sobre él, sentí cómo su grosor me llenaba por completo, un placer intenso que me hizo jadear. Tuve que apoyarme con fuerza, dejando que mi cuerpo se adaptara a su tamaño, mi respiración entrecortada reflejada en mi rostro: cejas fruncidas, boca entreabierta, mirada perdida en un éxtasis casi doloroso. Una vez dentro, comencé a cabalgarlo con un ritmo lento y profundo, mis manos en su pecho, compartiendo besos cargados de deseo mientras Lorena nos animaba desde el borde de la cama, su voz como un susurro ardiente.

Luego, Beto me puso en cuatro, y cada embestida era un impacto que sacudía mi cuerpo, mi concha hinchada y empapada respondiendo a su intensidad. Mis gemidos llenaban el aire, imposibles de contener, mientras él aceleraba, llevándome al límite. Cuando anunció que estaba a punto de acabar, le supliqué que lo hiciera en mi cara, mi voz temblando de anticipación. Me arrodillé frente a él, como al principio, mi boca abierta para recibir el primer chorro hasta que llegó sobre mi rostro, cálido y espeso, deslizándose por mi nariz y mejillas.

Tomé la pija con la mano y la deslicé por toda mi cara, pintándome con su leche, creando una máscara de placer que brillaba bajo la luz. Lamí cada gota usando mis dedos para recoger lo que caía y llevármelo a la boca, saboreando cada instante. Al final, me incliné sobre él, chupando suavemente para exprimir las últimas gotas, mi lengua danzando sobre su piel mientras Lorena capturaba cada detalle con la cámara.

Exhausto, Beto se dejó caer en la cama, y yo, aún hambrienta, me acerqué para un último roce, mis labios rozando su pija con devoción, agradecida por el torbellino de placer que compartimos. Lorena, con una risa cómplice, dejó la cámara a un lado y se unió a nosotros en un abrazo final, nuestros cuerpos aún vibrando por la intensidad del momento.

¿Querés revivir cada segundo de esta noche inolvidable? El video completo está en nuestra galería VIP en Gardelhat.com – Gloria Parque. ¡Hacete miembro y sumergite en el placer!

Casting con chico de pija re ancha
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