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Mis historias en primera persona

UN PLATO LLENO DE LECHE

GARDELHAT

HISTORIAS EN PRIMERA PERSONA

GLORIA PARQUE

Desde que me inicié en el sexo, allá por mi adolescencia, descubrí que, respecto de la leche pasaban dos cosas muy interesantes: La primera y más obvia es que los chicos siempre acaban y cuando lo hacen eyaculan varios chorros de leche; lo segundo, es que les encanta que la chica reciba esa leche en la boca y disfrute de ella. Estas dos verdades del sexo se me presentaron naturalmente, así que ya en la primera relación tuve el placer de recibir ese néctar en mi boca sin que me resultara desagradable ni me produjera rechazo. A decir verdad, disfruté de su dulzura y acidez como si fuera la frutilla del postre, esa que sólo queda disponible para el final del festín.

Por eso siempre dije que “me encanta el semen” y disfruto mucho de tenerlo en mi cara, mis labios y mi boca. Eso mismo le dije a Víctor Maytland, director de cine xxx que me hizo la primera entrevista y que sirvió para darle una impronta a mi perfil como actriz porno. Definitivamente, si iba a tener una característica, esa iba a ser mi gusto por la leche.

Sin embargo, luego de varios videos y en los cuales siempre la leche terminaba en mi boca, se me ocurrió pensar que podía darle una vuelta de rosca más al tema. Sé lo mucho que los varones aprecian ese líquido y sé que disfrutan lo mucho que la valoro, pero decidí darle énfasis en un video especialmente dedicado a la leche.

Convoqué a 3 chicos para que participaren de un video. La idea era que después de unos buenos petes, los tres me dieran la leche, pero no en la boca, sino que acabaran en un plato, para luego tomarme toda esa leche con una cuchara. La idea me gustaba y también entusiasmó a los chicos.

Se pararon los tres frente a mí y comencé a chuparles la pija uno por uno, empezando por la más grande para entrar en clima. Besos suaves al principio en la cabeza para recorrer con la lengua todo el tronco ida y vuelta, lamer sus gemelos, succionarlos, volver a subir por el tronco y chupar fuerte la cabeza. Esos juegos hacen que las pijas se pongan tiesas como palos y que empiecen a soltar un poco de flujo, que le da un sabor dulzón a la mamada.

Pasé al segundo chico, de pija más chica y oscura, que tardó un poco en pararse. Aproveche su volumen más pequeño para hacerle garganta profunda y logré que su cabeza llegara hasta mi garganta, lamí sus huevos, lo succionaba fuerte para lograr que se llenara de sangre por dentro y se volviera rígida, ida y vuelta, adentro y afuera de mi boca, desde la cabeza hasta que mi nariz chocaba con su panza, y así en un ratito estuvo tan dura como la anterior.

Al tercero lo dejé para el final después de repetir con los dos primeros, simplemente para crearle expectativa. El chico ya estaba bien caliente y se veía su cabeza brillosa del flujo que largaba. Al final lo encaré y le di una buena mamada mientras con las manos pajeaba a los otros dos chicos, lo que me daba una sensación muy placentera.

Una vez probadas las tres pijas, les pedí que acabaran en un plato que había comprado para la ocasión. En primero en arrimarse fue el más pijudo, que empezó a masturbarse delante de mí y mientras tomaba temperatura aproveché para pasar mi lengua por la punta y chuparlo un par de veces más antes de que acabara. Finalmente, empezó a bombear leche con fuertes chorros que no todos fueron a parar al plato. Fueron siete u ocho chorros de leche que dejaron un montón en el plato y un poco por mi escote, mientras los otros dos chicos miraban mientras se pajeaban.

El segundo chico se acercó y repitiendo el ritual de las lamidas y chupadas, llegó al orgasmo y largó una muy espesa y abundante leche que, a diferencia del primero, no fueron chorros con gran impulso sino más bien como cae una catarata, directamente para abajo, sobre el plato.

El tercero no lo logró, así que, antes de que la leche se volviera un líquido cristalino dentro del plato, decidí tomar una chuchara y empezar a tomar esa mezcla de leches como si fuera una sopa. Inclinaba el plato para que se juntara la leche y con la cuchara recogía un poco, la llevaba a mi boca y la sorbía como si fuese un postre líquido. Una tras otra, unas 10 cucharadas del leche colmaron mi boca y ya no pude seguir, así que tragué un poco y otro poco mostré a la cámara abriendo la boca para que no quedaran dudas de lo que estaba haciendo.

Si dudas que fue algo distinto, porque una cosa es recibir los chorros de leche caliente directo de la pija en mi boca, y otra es ver toda la leche afuera y recogerla con una chuchara, pero sin dudas que la experiencia valió la pena y el video fue un éxito. ¿Se repetirá? Espero que sí, aunque habría que darle una vuelta más. Tema para pensar. Besos.

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