top of page

Mis historias en primera persona

ME COGÍ A UN POLI.

ENTRE EL DEBER Y EL PLACER

GARDELHAT

HISTORIAS EN PRIMERA PERSONA

GLORIA PARQUE

Estaba leyendo los carteles, buscando el baño, cuando alguien se me acerca y me dice:
—¡Gloria!

Lo miro y, de los nervios, se me cae el carnet, que él amablemente levantó. Lo miro de nuevo, y su cara se me hace conocida.

—¿Qué hacés? ¿Cómo estás? ¡Qué loco encontrarte acá! —le digo, medio riendo—. Estoy buscando el baño.

—Está allá, a la vuelta. No te quise hablar antes porque vi que estabas acompañada.

—Sí —le contesto, sin mucho que agregar.

Ambos seguimos caminando por los pasillos de aquel edificio, donde él estaba custodiando y yo visitando por la urgencia de mi vieja.

La guardia estaba con mucha gente, así que salí a dar una vuelta, hacer pis y de paso comprar algo para tomar. Él también salió conmigo.

—¡Tenía ganas de verte! —me dice, riéndose—. Estamos destinados a cruzarnos en lugares raros. La vez pasada en plena 9 de Julio, en la esquina del McDonald's, y ahora acá.

—Que pase una vez… —le digo, siguiéndole el chiste—, puede ser, pero ¡que pasen dos veces y con la misma persona!

—Vas a terminar siendo mi novia —me responde, riendo.

Yo solté una carcajada. Miro su reloj y noto que se estaba por ir.

—Estoy terminando el turno —me dice—. Quiero verte.

Lo miro, como diciendo: ¿Me estás viendo ahora mismo, no?

—No tengo disponible el departamento —le respondo—, pero puede ser en tu auto, como la otra vez.

—Sí, vamos al auto —dice él, sin dudar.

Salimos de ahí y encaramos hacia el estacionamiento, caminando con disimulo, como si no nos conociéramos. Subí al mismo auto que la última vez, preparado para cualquier ocasión. Este es el "telo móvil".

La nave tenía los vidrios bien polarizados, con el parasol en el frente. Me acomodé en el asiento y dije, riéndome:

—¡Qué bizarro! Si Víctor Maytland viviera, se haría un guion de esta porno que titularía:
 

“Caminando por los pasillos del hospital, me hice un extra”

 

Nos metimos mano, entre risas y nervios, el morbo de que alguien nos pudiera ver. Me voy a garchar a un cana, pensé, mientras las cosas seguían su curso. (...)

Empecé con un buen pete agachada entre la palanca de cambios y el volante. Como soy una mujer precavida, siempre llevo forros en mi cartera, así que los aproveché. Se lo puso, y en un momento quedé con las "patitas al hombro". Luego me puse en cuatro y, mientras garchábamos, vi a otro cana pasar caminando. Miraba fijo, y supe que nos había visto.

—Es un compañero —me dice Gustavo—. Capaz le llamó la atención el movimiento del auto.

Todo fue rápido. Cuando terminó, me dejó su "lechita" en la boca. Disfrutándola, se la mostré y jugué un poco con la lengua con mi cara de puta. Me limpié con toallitas húmedas y salí del auto como una leidy, como si nada. Acá no pasó nada, me dije. Entré de nuevo por otra puerta. Había otros policías por ahí, pero nadie me miró raro. Me terminé de limpiar las manos aun húmedas, busqué un cesto y tiré los papeles.

Después pasé por el kiosco, compré dos tostados con gaseosas bien frías, y volví a la sala de espera. Mi vieja seguía ahí, sin que la atendieran.

—¿Adónde fuiste? —me preguntó ella.

—A buscar el tostado más rico para vos.

Me senté a su lado y comimos tranquilas. Cuando estábamos por salir, vi al mismo cana de antes, con una cara de orto tremenda. Por dentro pensé: Lo bien que te haría un PT para que se te pase ese mal humor.

Esta historia es 100% real, con mi poli seguidor del sitio y de redes. ¡Besos, bombón!

 

PD. Mientras le hacía el pete él decidió inmortalizar el momento con su celular. Es lo que ven en los videos que acompañan esta historia. Es solo un momento, el resto de las escenas deberán imaginarlas.

bottom of page