Mis historias en primera persona
UN PERUANO LECHERO
GARDELHAT
HISTORIAS EN PRIMERA PERSONA
GLORIA PARQUE
Mi nombre es Gloria Parque, y soy modelo triple x. En mi sitio de trabajo, gardelhat.com, es común recibir mensajes y elogios de admiradores. Pero entre todos esos mensajes, uno destacó: el de Atahualpa.
Él había encontrado mi página web, llena de fotos y videos de mis encuentros sexuales. Sin embargo, su enfoque era diferente. Sus mensajes eran más profundos, más personales. Pronto, nuestras conversaciones se volvieron regulares, llenas de humor, confidencias y una chispa de romance.
Aunque disfrutaba de nuestra conexión en línea, Atahualpa era reacio a revelar muchos detalles sobre sí mismo. Sus respuestas siempre eran evasivas cuando le preguntaba sobre su vida en Lima. Pero, a pesar del misterio que lo rodeaba, su cariño y admiración hacia mí eran evidentes.
Después de meses de conversaciones, Atahualpa finalmente anunció que viajaría a Buenos Aires para encontrarse conmigo en persona. Aunque estaba emocionada por finalmente conocer al hombre detrás de las palabras, también sentía una pizca de ansiedad por el enigma que lo rodeaba.
Y así, aquí me encuentro, esperando en mi departamento, con la incertidumbre flotando en el aire junto con la emoción. Cuando suena el timbre, mi corazón late con fuerza en mi pecho. ¿Quién es este hombre misterioso que ha llegado hasta mi puerta?
Con manos temblorosas, abro la puerta y me encuentro con un hombre dispuesto a darme masa, perdón, quise decir pasión. Su mirada es intensa, pero hay una suave timidez en su sonrisa. ¿Qué secretos oculta tras esos ojos oscuros?
Para develar su secreto, después de saludarlo con un beso en la mejilla, deslicé mi mano entre sus piernas para ver qué me traía de regalo. Sorprendido por mi osadía, respondió lamiendo mi cuello y hundiendo sus dedos debajo de mi pollera que, sin saberlo él, no escondían ropa interior y sí en cambio una vulva caliente que le mojó sus dedos.
Apenas segundos después, su regalo estaba tan duro como pueden imaginarse y después de cerrar la puerta, marchamos hacia el medio de mi habitación, tomados de nuestras partes íntimas. Él parecía estar en éxtasis, como si todas sus fantasías se hubiesen cumplido instantáneamente.
“Siempre sueño contigo -me dijo con tono limeño-, y siempre el mismo sueño”. “Es que he visto tantos videos en tu sitio –prosiguió- que no sueño más que con embarrarte esa cara hermosa con mi leche”. “Y es mi mayor anhelo cumplir esa fantasía, porque en Lima no encuentro chicas como tu –sentenció casi con resignación-“
Con un propósito tan definido, no pude decirle que no. Le propuse coger un rato así que nos quitamos la ropa y dejé que me penetrara en varias posiciones, siempre teniendo cuidado de no hacerlo acabar antes de tiempo. Patitas al hombro, en cuatro patas, en misionero… y algunas más que no me acuerdo, pero lo cierto es que lo cansé un poco para que no se vaya con energía de mi departamento.
Una vez que le di un poco de mi experiencia, me dispuse a darle el gusto de cumplir su fantasía. Me arrodillé al borde de la cama y empecé a mamarlo y pajearlo para lograr que acabe. Su miembro no era grande pero tenía un espesor aceptable y una cabeza chica que cabía perfectamente en mi boca. Después de un rato de mamada, paja y de cogerme por la boca, empezó a decir lo mucho que quería acabarme en la cara así que me preparé, se la dejé en sus manos para los últimos movimientos y esperé con la cara hacia arriba que me dé todo lo que tenía que darme.
Cuando me dijo que ya estaba, cerré mis ojos y empecé a sentir uno tras otro sus chorros de leche sobre mi cara, que iban del mentón hasta mi pelo, cruzando mi rostro por completo. Él iba girando la pija para que los chorros no cayeran en el mismo lugar y así después de 7 u 8 chorros terminó por bañarme –o embarrarme, como decía él- toda la cara. No les voy a negar que saqué la lengua para que me llegue un poco a la boca, porque saben que eso me gusta mucho.
Cuando terminó de largar toda la leche, y créanme que era mucha, con ayuda de mis dedos me llevé todo lo que tenía en la cara a mi boca, mientras me chupaba los dedos. Él no paraba de decirme lo mucho que le gustaba verme sí, enlechada y con mis dedos empapados de leche en mi boca, chupándolos como quien roba dulce de leche de una torta.
¿No me creen? Les dejo unas fotos del encuentro. Besitos.